Anclamos nuestro conocimiento en el espacio y en el tiempo. Sin estos referentes estamos perdidos. De generación en generación transmitimos una idea que pasa a ser casi colectiva, aceptada por la mayoría, de héroes o demonios, pretendiendo quedarnos con un pedacito muerto que llamamos historia. La historia oficial se funde entonces con la ficción y los personajes cinematográficos pueden coexistir con los próceres que en alguna medida han devenido mito.

Utilizando un acercamiento irreverente , haciendo mía una clave de color universal, me acerco a fotografías históricas para adentrarme a través del retrato , de la mirada, a esos personajes que sobrevivieron a su tiempo a través de la historia de una nación, una nación necesitada de héroes en caso de guerra, una nación que necesita justificar el asesinato de inocentes y culpables para tener a disposición de la bandera esa horda de devotos propia de las religiones, de lideres y pastores.